Dos cuestiones previas. En primer lugar, quisiéramos pedir disculpas a nuestros lectores por este, demasiado prolongado, silencio. Es que hay ocasiones en las que, hasta los vagos antiboloñeses tenemos demasiado trabajo. Y en segundo lugar, queremos agradecer sinceramente la colaboración en forma de comentarios de los muchos colegas que han participado en el debate de la entrada anterior. ¡Debate! ¡Qué bien haber conseguido, modestamente, en nuestro blog, lo que parece imposible en la universidad!
En la última entrada nos preocupábamos de cómo nos van a hacer aprobar a destajo mediante fórmulas más o menos encubiertas. Lo subtitulamos primera parte, ya que nos comprometíamos, con la ayuda inestimable de nuestros lectores, a exponer las formas de obligarnos a aprobar de una forma mucho más directa. Pues bien, valga como primera aportación el titular del Diario Sur de hoy (del que Jafma y gmcarlos nos han puesto en la pista, gracias), en el que nos explican cómo van a incentivar los aprobados en los colegios e institutos. Hoy le dedicamos esta entrada a nuestros compañeros de enseñanza media, entre los que, nos consta, tenemos fieles lectores.
Todo esto va en aras, según la noticia, de la consecución de los objetivos, que, con permiso de informes pisas y otras menudencias, parecen centrarse exclusivamente en el porcentaje de aprobados. Ya se sabe que un alumno suspenso es un fracaso escolar, pero un alumno aprobado que no haya aprendido es un éxito rotundo, faltaría más. De eso a la excelencia hay un paso.
Como los profesores (que solemos ser torpes por naturaleza) no conseguían entender esa concepción del éxito académico, nuestros responsables ya intentaron comprarlos a base de incentivos (la productividad, ya se sabe). Pero como éstos se negaron a aceptar los jugosos complementos (angelitos), ahora se decide "incentivar" a los centros. Pero ojo, para poder presionar convenientemente a los díscolos profesores, ahora no sólo decidirán ellos sobre el cumplimiento de los objetivos (claro, ¡qué sabrán ellos de objetivos académicos!); también lo harán los padres y los alumnos:
"el programa de calidad lo deberá aprobar el consejo escolar de cada centro (padres y profesores en Primaria; a los que hay que sumarle los alumnos en Secundaria) en vez de los claustros de profesores como hasta ahora; los centros se beneficiarán también de mayor presupuesto si mejoran las notas de sus alumnos"
Así de paso, cuando los alumnos lleguen a la Universidad, vendrán lo suficientemente adiestrados, sabiendo que hagan lo que hagan, se merecen el éxito del aprobado. Ya sabéis, el arbolito desde chiquitito. Aunque, para ser justos, en esto de "incentivar los aprobados" la Universidad le ha cogido la delantera a la enseñanza media. Para eso ya somos excelentes. Pero de esto ya hablaremos en otra entrada.
Por último, a las autoridades educativas de la Junta les proponemos que se lean el primer capítulo del libro Freakonomics, en el que se analiza qué ocurrió en EEUU cuando las autoridades decidieron incentivar a los profesores por los resultados académicos de los alumnos.
El 13 de mayo de 1904, Pío Baroja sorprendió a todos los presentes de la tertulia del Café de levante, porque cuando se estaba hablando de los españoles, dijo:
ResponderEliminarLa verdad es que en España hay siete clases de españoles, sí, como los siete pecados capitales. A saber:
1)Los que no saben;
2)Los que no quieren saber;
3)Los que odian el saber;
4)Los que sufren por no saber;
5)Los que aparentan que saben;
6)Los que triunfan sin saber, y
7)Los que viven gracias a que los demás no saben.
Estos últimos se llaman así mismos "POLÍTICOS" y a veces hasta "INTELECTUALES".
En Freakonomics cuentan lo que pasó en Chicago y también como fueron capaces de detectar el fraude, así que lo que comentan no invalida la experiencia sino que advierte sobre las precauciones que hay que tomar si se lleva a la práctica.
ResponderEliminarEfectivamente,eso es lo que cuentan en Freakonomics, pero los incentivos se establecían en función de los resultados de exámenes estatales. No es el mismo caso. Aquí se va a incentivar el resultado de la evaluación que realiza el profesor. La diferencia es importante.
ResponderEliminarHola, ¿dónde se puede encontrar ese capítulo de Freakonomics?.
ResponderEliminarEn cualquier caso, me parece mucho más perverso la incentivación en relación a las evaluaciones individuales que la utilización de parámetros más generales. Yo estoy seguro de que incentivar el número de aprobados produce una disminución obvia de la calidad de la enseñanza, lo que pasa es que algunos expertos en calidad parece que se equivocan de indicadores de calidad y no han pensado mucho sus implicaciones reales.