Obviamente, la Universidad como institución tiene la obligación de velar por la calidad de los servicios que ofrece. Y, como la docencia es (¿o debiera ser?) el principal servicio, controlar y propiciar la mejora de la actividad docente debe ser prioritario. En este contexto surgen las famosas encuestas al alumno
sobre el profesorado. Pues bien, ya que nos metemos en harina, vamos a decir la verdad de las encuestas, ¿no? Porque realizar encuestas de satisfacción parece, como hemos dicho, básico en una institución como la Universidad; pero, ni debe ser la única fórmula de seguimiento de la labor docente del profesor ni se puede hacer de cualquier manera (como nos dijo el vicerrector de turno, cuando nos reconoció que no eran las adecuadas, pero que eran las únicas que tenían y ya no había tiempo de cambiarlas). Vamos por partes:
En cuanto a la manera de velar por la calidad de la docencia, a nosotros se nos ocurren muchos otros instrumentos, entre los que podemos citar:
- Hacer alguna prueba de aptitud docente al profesorado de nueva contratación. Nadie se ocupa de saber si un profesor sabe enseñar (es decir, hacer su trabajo) cuando se le contrata por primera vez.
- Obligar al profesorado a realizar cursos de formación pedagógica. Hasta el momento, son voluntarios, y con una repercusión mínima en los distintos procesos de evaluación del profesorado.
- Si queremos comprobar la calidad de la docencia, ¿qué tal realizar evaluaciones externas a nuestros alumnos? (aunque no influyan en su expediente, faltaría más).
- ¿Y qué nos dicen de encuestas a los empleadores? Al fin y al cabo, son de los primeros en valorar la calidad de la formación que les hemos dado a los estudiantes.
- A nosotros, como Universidad, nos daría vergüenza preguntar a los alumnos si los profesores asisten regularmente a clase. ¿Es que es posible que eso no pase? Y si pasa, ¿no hace nada la Universidad? (para los despistados, preguntas de un ingenuo). Hay preguntas que son objetivables, por ejemplo, asistencia, puntualidad, cumplimiento de tutorías, etc, y directamente comprobables por las autoridades académicas. Y sancionables...
- La encuestas se realizan cuando el cuatrimestre está en el ecuador, y cuando le expones al entrevistador que es muy pronto para que el alumno pueda tener una visión real y global de la asignatura, nos dicen que si no empiezan a esa altura del cuatrimestre, no les da tiempo a realizarla.
- "El buen rollito". La realidad es que en definitiva el alumno evalúa el buen rollito del profesor. Hay que ser guay, cool, no importa si lo que haces en clase es dictar unos apuntes amarillos, pero si evalúas bien (es decir, apruebas) a los alumnos, eres guay y no le complicas la vida te aseguras una buena evaluación. No quiere decir que no se pueda obtener de otra forma, pero lo que está claro es que al profesor incómodo que te hace trabajar no lo van a tratar muy bien. De forma que la evaluación se convierte en una especie de chantaje sutil (o ni siquiera eso) entre los alumnos y los profesores. Una forma de simbiosis, en la que ninguno hace trabajar demasiado al otro y después nos evaluamos bien para que todos quedemos contentos. Yo te doy cremita, tú me das cremita.
Hola Colegas. En general, estoy de acuerdo con casi todo lo que comentáis, excepto en lo relativo a los cursitos pedagógicos impartidos por los "pedabobos", que habiéndose ya cargado secundaria y bachillerato, ahora se aprestan a cargarse la universidad. No hace mucho hice mi propia reflexión sobre las encuestas, que podéis leer en el link que os dejo. Un saludo:
ResponderEliminarhttp://profesor-anecado.blogspot.com/search/label/Encuestas
¡¡¡Valiente memez!!!, salvando las distancias, ¿cómo vamos a poner a las gallinas a opinar sobre la zorra?.
ResponderEliminarHace poco, a comienzos del curso, mi hijo, estudiante de tercero de ESO (o de lo OTRO, da igual) me comentó que su profesor de matemáticas tenía problemas de comunicación, opinión que, según entendí, era compartida por gran parte de sus compañeros: tuve la osadía de creerlo (esto de ser padre si que necesita de una formación suprauniversitaria). Pues bien, no mucho tiempo después he tenido la oportunidad de comprobar personalmente que de problemas de comunicación nada de nada, hasta yo, que soy de letras, entendí perfectamente eso de las ecuaciones compatibles e incompatibles y determinadas e indeterminadas, incluso antes de que gráficamente lo explicase.
Si entre el alumnado se hubiese realizado una encuesta sobre el profesor, por lo que se refiere a mi hijo, no hubiese tenido en cuenta criterios razonables para valorarlo y hubiese sido profundamente injusta (la encuesta, digo) con él.
No me considero preparado para opinar sobre la materia pero estoy convencido que existen criterios mucho más fiables para valorar a un profesor; nosotros, cuando yo era alumno universitario, hoy PEFE, sabíamos perfectamente que profesor cubría el expediente y cual de ellos se ocupaba y preocupaba de que comprendieras y aprendieras su asignatura. Y si lo sabíamos nosotros, alumnos, estoy convencido que lo sabían los jefes de departamento y decano; cuestión muy distinta y difícil de valorar es si los resultados acompañan a ese interés del profesor.
Lo que si recuerdo es que el esfuerzo del profesor ayudaba y mucho a que te esforzaras en aprender, no sólo aprobar, la asignatura. Posiblemente, justa correspondencia.
Secundo la mayor parte del post, pues actualmente soy "PEF" y tengo que someterme a encuestas a mitad de cuatrimestre en las que se me pregunta si mi profesorado se ajusta a la planificación, si me evalúa en condiciones,...La mayor parte de las veces mi respuesta es NS/NC. Señores evaluadores, dejénme ver todo el proceso antes de poder opinar, sólo en muy contadas ocasiones puedo saber como evalúan mis docentes porque de verdad han empleado esa evaluación contínua de la que tanto presumen y que necesariamente conlleva un conocimiento de resultados por parte del discente. Actualmente curso estudios en Ciencias de la Educación, aunque tengo un amplio pasado en ingeniría. Estoy muy cansada de leer libros de pedagogos en los que se me habla de ese "buen rollito" que mencionan arriba, que de una sola frase hayan sacado 3 libros imfumables y para mi gusto completamente demagógicos, por cuanto al llegar a clase ese mismo profesor me deja 2 horas calladita recibiendo una clase magistral de la que nada aprendo, para luego llegar al examen y encontrarme con mi pregunta favorita: "¿que opinas del proceso de enseñanza-aprendizaje seguido en este curso?valora tu aprendizaje" oiga usted, si no quiere leer la verdad, mi verdad, no me pregunte, porque corre el riesgo de encontrarse con una respuesta que no le va a gustar. Decirle a un señor pedagogo, que tres años después de empezar a escuchar hablar del aprendizaje centrado en el alumno y su felicidad y motivación para aprender, volver a leer otro libro diferente, 300 páginas dándole vueltas al asunto no le ha aportado nada nuevo supone encima una mala nota. Señor profesor, si le digo que es una pregunta subjetiva y como tal, la evaluación de mi opinión también lo es, no se me enfade.
ResponderEliminarComo digo, mis raíces son de ciencias, y se supone que allí no se llevan a cabo las tendencias pedagógicas apropiadas, pues al alumno se les explica exactamente porqué Pitágoras llegó a su teorima y cuándo y cómo aplicarlo, y para eso con suerte emplean un folio. Tres ejercicios más tarde el alumno lo añade a su repertorio de competencias matemáticas y listo para el examen. En cambio, los gurús de la enseñanza llenan bibliotecas con sus maravillosas divagaciones (sorprende la cantidad de páginas que se pueden llenar retorciendo hasta la saciedad una misma frase, convirtiéndola en algo incomprensible)para luego hacer de su capa un sayo aburriendo a las ostras.
Sinceramente, me quedo con Pitágoras y los buenos enseñantes de ciencias que me obligan a poner mis 5 sentidos en aprender algo y luego se ajustan a lo que me han enseñado.
-NCC-
La didactica es la ciencia que trata que un alumno que no sabe nada sepa engañar a sus futuros alumnos enseñandoles nada pero con estilo.
ResponderEliminarSi aplicamos estrictamente los criterios de calidad que tanto le gustan a nuestra universidad y consideramos nuestra docencia como un producto y a quien nos paga un cliente (ojo, quien nos paga, no el alumno), lo correcto sería evaluar si nuestros alumnos graduados tiene una formación adecuada (examen postgraduado) en cada materia. Por ejemplo, los de medicina lo podrían hacer fácil con su Mir
ResponderEliminarEn la universidad hay buenos y malos profesores, no descubro nada.
ResponderEliminarEl buen rollito influye, pero no es definitivo, ni mucho menos. Profesores que nos han hecho aprender sin buen rollito han tenido puntuaciones altas y son bien valorados por los alumnos.
Profesores buen rollistas pero que dan unas clases horribles han tenido calificaciones bajas.
Pero también hay profesores que son malos docentes, muy malos, pero son titulares y son inamovibles. A esos las puntuaciones bajas de sus alumnos les importan un pimiento. Tambien se suele dar el caso de que estos profesors tienen cero autocrítica.
Esta es mi experiencia en mi primer año de bolonia.
Sobre este tema publicó hace poco un artículo Antonio Cabrales en el blog nada es gratis. No tiene desperdicio:
ResponderEliminarhttp://www.fedeablogs.net/economia/?p=11224
Un saludo