Es obvio que quien expresa públicamente sus opiniones, las deja plasmadas por escrito, y las difunde a través de un medio tan poderoso como la red, se expone a recibir comentarios de todo tipo. Y más aún cuando se publica una entrada tan intencionadamente provocadora como la anterior sobre la evaluación continua. Así que todos los comentarios, positivos y negativos, son no sólo aceptados, sino bienvenidos.
También estamos ya acostumbrados a los que a nuestros argumentos oponen sólo juicios de valor sobre nuestra profesionalidad, sobre nuestra humildad o sobre lo rancios que somos. No en vano, ése es el discurso oficial: los que se muestran críticos con la deriva que está tomando nuestra universidad son los profesores antiguos e intolerantes, que van a clase con sus papeles amarillentos a soltar el mismo rollo de siempre, que se creen por encima del bien y del mal, y que no quieren que nada cambie para seguir disfrutando de su situación privilegiada y cobrando sin trabajar.
Y no es que nos importe mucho recibir estos comentarios, pero hoy hemos decidido explicar a aquellos que no nos conozcan quiénes somos. Porque creemos importante que los lectores del blog sepan exactamente desde qué posición emitimos nuestras opiniones. Dice un lector anónimo en un comentario a la mencionada entrada anterior que no hemos entendido qué es la Universidad. Pues vamos a explicar lo que creemos que es. La universidad es la institución de educación superior en la que se forman los profesionales que en unos años llegarán al mercado de trabajo, y a los que la sociedad les pedirá que hagan nuestra economía más fuerte, productiva y competitiva. La Universidad es la cúspide de nuestro sistema educativo, a donde se supone que deben llegar aquellos alumnos que durante su periodo de enseñanza secundaria y, sobre todo, durante el bachillerato, hayan demostrado aptitud y actitud adecuadas para llevar a cabo con éxito los estudios de grado. La Universidad es una institución que, tradicionalmente (que no ranciamente) ha estado en la vanguardia del saber y de los movimientos sociales. Y para nosotros, además, la Universidad es nuestra vida profesional. Una institución a la que amamos profundamente por vocación y convicción. Y precisamente por eso, y porque todavía creemos en la enseñanza pública (a pesar de los políticos que se empeñan en destruirla), la situación actual de nuestro sistema educativo en general y de la universidad en particular, nos causa el monumental cabreo que tenemos. Porque, como bien dice otro comentario anónimo, la Universidad se está convirtiendo en una máquina de expender títulos, continuadora del engranaje perverso de la LOGSE, igualando a todos los alumnos por abajo, de forma que en poco tiempo (si no ha sucedido ya), los títulos serán como el DNI: los tendrá todo el mundo. Y el empleador empezará a pedir algo más, que será probablemente un máster de verdadera calidad que costará un riñón al que se lo pueda permitir. De forma que una visión pretendidamente progresista de la enseñanza habrá desembocado en una situación profundamente regresiva. Y la Universidad, cuyo cliente no es sólo el alumnado, como piensan algunos, son los padres de esos alumnos y la sociedad que nos paga a los profesores y se hace cargo (no lo olvidemos) de más del 80% del coste de cada plaza académica, habrá dejado de cumplir la tarea que se le ha encomendado. Y eso se llama fraude social.
Por eso hemos decidido alzar nuestra voz. Porque no queremos formar parte del fraude, y queremos decirle a la sociedad que no bastan los impresos “autorrellenables” donde decimos lo maravillosos y modernos que somos para alcanzar la tan cacareada excelencia. No es lo mismo la autocomplacencia que la excelencia ¿verdad? Y no, no somos autocomplacientes, ni muchísimo menos. Dice algún comentario anónimo que también hay profesores buenos y malos y pone en duda nuestra profesionalidad. ¡Pues claro que hay profesores buenos y malos! Y electricistas, empresarios, políticos, futbolistas… No sabemos si nosotros somos buenos o malos, pero amigo anónimo, profesionales sí somos. Somos profesores de Matemáticas en las Facultades de Económicas y de Comercio de la Universidad de Málaga. Durante los más de 20 años que llevamos impartiendo docencia, hemos enseñado prácticamente todas las asignaturas adscritas a nuestro departamento. Y siempre hemos intentado innovar, crear material y dar nuevos enfoques a las mismas. Valga un ejemplo: cuando empezamos a impartir la asignatura de Matemáticas Financieras, nadie usaba ordenadores en su impartición. Nosotros defendimos desde el principio el uso de la hoja de cálculo en esta asignatura, y nos propusimos replantearla en función de la nueva herramienta. El curso pasado conseguimos por fin impartir toda la asignatura en el aula de informática con el apoyo del ordenador. Y otros compañeros nos siguen en este sistema, cosa que nosotros celebramos. Nada se nos ha quedado amarillo. Y en este sentido, debemos decir que Bolonia ha supuesto un paso atrás, porque esta nueva estructura de desdobles impide poder utilizar el aula de informática en todas las sesiones. Así que tenemos a nuestros alumnos con sus portátiles en el aula, turnándose para enchufar su ordenador en las pocas tomas que hay. Es lo que tiene lo de Bolonia a coste 0. Pero, en fin, como nosotros no somos anónimos, sino fácilmente localizables, invitamos sinceramente a nuestros comunicantes anónimos, y a cualquier lector que lo desee, a visitarnos y conocernos. Muy gustosamente les contaremos cómo enfocamos nuestra docencia e intercambiaremos experiencias con ellos.
En cuanto a lo de la evaluación continua, se ve que no somos muy buenos profesores, porque parece que no hemos sido capaces de transmitir nuestra postura al respecto (gracias, Jafma, por poner de manifiesto que tú si lo has captado). Efectivamente, no reivindicamos en ningún sitio el examen final. De hecho, pertenecemos a un departamento que se precia de haber avanzado hacia la evaluación continua mucho antes de que empezase esta moda boloñesa. Y nosotros llevamos varios cursos haciendo evaluación continua a nuestros alumnos, de la forma en que nosotros la entendemos. Es decir, no llenando el curso de pruebecitas eliminatorias, sino evaluando a diario el trabajo de nuestros alumnos. Y ello conlleva una importante carga de trabajo para nosotros, sobre todo por el hecho de impartir docencia a unos grupos cuyo tamaño está muy por encima del ideal boloñés que se nos prometió en su día. Somos partícipes de un curso de innovación docente que el año pasado duró 200 horas. No era un cursito de 4 horas para aprender a reservar el aula de informática desde la web (si, si, no os asombréis, existen cursos boloñeses de nuevas tecnologías donde se enseñan esas habilidades). Nuestra participación en dicho curso ha devenido en la creación de una asociación permanente de profesores de distintas facultades para compartir experiencias de innovación docente, con el objetivo de estar al día y aprender unos de otros (desde aquí saludos a nuestros compañeros). Precisamente, en la última sesión, uno de nosotros expuso su sistema de evaluación continua, que fue aplaudido por su implicación con los alumnos y el trabajo que suponía. Os dejamos una muestra de la evaluación continua seguida en este primer año boloñés:
PC | PP | C1 | LF | C2 | P1 | P2 | C3 | PE | C4 | PE2 | C5 | C6 | TOTAL |
10 | 1 | 3 | 5 | 5,2 | 4 | 2 | 0 | 10 | 9,35 | 15 | 10 | 34 | 109 |
- | 2 | 1,8 | 3 | 6,2 | 1 | - | 1 | 8 | 1,75 | 8 | 10 | 24 | 67 |
4 | 1 | 1,8 | 2 | 4,4 | 4 | 3 | 4 | 3 | 2,17 | 12 | 6 | 18 | 65 |
- | - | 0 | 2 | - | - | - | - | 1 | 5,85 | 20 | 5 | 29 | 63 |
1 | 1 | 1,8 | 4 | 2,4 | 2 | 2 | 0 | 8 | 6,12 | 10 | 2 | 18 | 58 |
5 | 1 | 1,8 | 3 | 2,4 | 4 | 3 | 0 | 2 | 2,67 | 0 | 0 | 33 | 58 |
5 | 2 | 2,4 | 3 | 6,2 | 1 | - | 1 | 3 | 2,83 | 4 | 5 | 21 | 56 |
3 | 1 | 1,8 | 2 | 3,2 | 0 | - | 1 | 1 | 0,5 | 15 | 2 | 23 | 54 |
5 | 1 | 2,4 | 5 | 4,2 | 4 | - | 0 | 4 | 2 | 5 | 0 | 18 | 51 |
- | 1 | 1,2 | 4 | 2,4 | 3 | 3 | 1 | 5 | 0 | 10 | 2 | 18 | 51 |
6 | 1 | 2,4 | 2 | 4,2 | 4 | 3 | 1 | 2 | 1,5 | 12 | 0 | 11 | 50 |
Para situar el gráfico anterior, debéis saber que es el correspondiente a la evaluación continua de un grupo de 90 alumnos (ahí sólo aparecen 11) hasta Semana Santa, es decir, a mitad del cuatrimestre. Se mide la participación en clase (PC), preguntas cortas escritas (P), cuestionarios en la plataforma virtual (C), etc. ¿Podemos hablar de la evaluación continua con conocimiento de causa? Nuevamente, invitamos a quien lo desee a que se ponga en contacto con nosotros para mostrarles la plataforma virtual de nuestras asignaturas y nuestro sistema de evaluación. Lo que nosotors decimos es que la evaluación continua no es, ni mucho menos, la solución de todos los males de nuestra universidad. Que hay muchas cosas que arreglar (incluyendo nuestra formación pedagógica, hasta ahora prácticamente inexistente), y que la evaluación es sólo una parte (y no la más importante) del proceso de aprendizaje. Y de paso, decimos que la evaluación continua no facilita el aprobado (ni tiene por qué hacerlo). Cuando hemos preguntado a alumnos que convivían con distintos métodos de evaluación, nos han contestado invariablemente que nuestro sistema les exigía un mayor esfuerzo. Por eso, estamos seguros de que el 99% (por dejar el margen de rigor al error) de los alumnos que aprueban por esta evaluación continua, serían capaces de superar con facilidad y sin tener que estudiar más, un examen final tradicional.
¿Quiere esto decir que nos consideramos los mejores profesores del mundo y que no tenemos nada que aprender ya? No. Quiere decir que nos esforzamos día a día por mejorar y que no rechazamos por sistema ninguna innovación. Lo que sí rechazamos es la situación actual, en la que a un alumnado cada vez peor formado y menos motivado, se le une el discurso oficial, merced al cual los profesores debemos autoflagelarnos culpándonos por el fracaso de los alumnos. Un último ejemplo: en el curso pasado, uno de nosotros dividió a los alumnos en grupos de 3, cada uno de los cuales debía resolver y exponer en clase un problema de una relación. Uno de los grupos hizo una ingeniosa presentación en Power Point, inventándose una historia al hilo del problema. Ese mismo día, otro de los grupos ni siquiera apareció en la clase. El profesor que tenían ambos grupos era, obviamente, el mismo. Igual de bueno o igual de malo. Si no hay esfuerzo y actitud por parte del alumno, ni el mejor profesor puede conseguir que aprenda.
Así somos como profesores los administradores de este blog. No buscamos medallas ni nada parecido, pero, como queremos a nuestra universidad, seguiremos peleando, desde nuestra modesta posición, para que se convierta en la institución que debe y puede ser. Y esperamos conectar y poder colaborar con los compañeros que comparten nuestra preocupación sobre lo que está ocurriendo en nuestro sistema educativo que es, no lo olvidemos, la inversión más importante (y rentable) de una sociedad.
¡¡¡ Felicidades por vuestro blog !!!.
ResponderEliminarCoincido en todo (o casi casi todo) lo que exponéis.
También en la Universidad Politécnica de Valencia estamos padeciendo la "fiebre boloñesa".
¿Durará 40 meses y luego se mitigará su riesgo y quedará muy descafeinada, o va para más largo, qué pensáis?
Pues esto son razones, explicaciones, razonamientos, perdonadme la licencia, cojonudamente hechas. Podremos estar de acuerdo o no con ellas pero están perfectamente expuestas.
ResponderEliminarEspero, profesor universitario anónimo, que entiendas que la descalificación no es el camino y que en la asignatura que impartas en la universidad de todos sea menos parco al exponer tus razones, mejor, des alguna en lugar de, simplemente, descalificar a quien no comparte tu opinión.
Pues no estoy del todo de acuerdo en que la universidad tenga que ser una fábrica de profesionales. Eso en todo caso sería una consecuencia, algo lateral, pero nunca una prioridad, ni siquiera algo de lo que sentirse especialmente orgulloso.
ResponderEliminarA la universidad se va fundamentalmente a aprender, a adquirir experiencia y competencia sobre una rama del conocimiento. Si sirve para el trabajo, enhorabuena, pero si no, no pasa nada. De lo contrario pasan cosas como en informática (es la única carrera que tengo, así que es la que mejor conozco), donde un montón de contenidos interesantes (programación en ensamblador, historia de la evolución del hardware) no se dan porque ninguna empresa lo pide. Y lo que es peor, los alumnos dan palmas con las orejas porque les han convencido de que les tienen que dar cosas "útiles".
Me horroriza ver a la universidad convertida en una FP de 4 ó 5 años. Así están los de humanidades, que ven cómo se cargan sus carreras sin el menor reparo. Soy un idealista, lo sé.
Desde mi más humilde opinión, estoy totalmente de acuerdo con vosotros. Además, me gustaría añadir que 'argumentar' se argumenta con argumentos. Y para muestra, un botón, vuestro 'botón. Como bien dicen ellos, asistir a una de sus clases es la mejor forma de corroborar que, al menos, criterios tienen como para emitir tales argumentos.
ResponderEliminarY respecto al comentario previo, me gustaría decir que coincido en que la Universidad no puede estar únicamente a merced de los criterios que impone el mundo laboral, pero tampoco se puede sostener una concepción tan poética que haría de la Universidad una institución obsoleta. No nos olvidemos que nuestros alumnos, el público que demanda los servicios de la universidad, tiene unos criterios establecidos y, por tanto, la Universidad ha de adaptarse a ellos en la medida de lo posible. Pero nunca sin olvidar su razón de ser, la de ser una institución que fomente la trasferencia de conocimientos, la investigación y el desarrollo, intentando impartir una formación de calidad (...), amplia y diversificada, intentando satisfacer tanto las demandas de los alumnos que acuden a ella con motivaciones meramente laborales, como la de aquellos que tienen una motivación más investigadora. Lo ideal sería una Universidad a caballo entre las dos concepciones, pero eso sería lo ideal...
Es que para eso ya está la FP, cuyo mismo nombre indica para qué sirve. Que las flexibilicen y les den más categoría.
ResponderEliminarLas medias tintas son lo que han acabado llevando a la universidad a ser lo que es hoy.
Enhorabuena por este blog, y especialmente, por esta entrada. Como han comentado antes, se puede estar de acuerdo o no con vosotros (yo sí lo estoy), pero el desacuerdo se demuestra argumentando, especialmente siendo profesores de universidad.
ResponderEliminarComo comenté en alguna entrada anterior, cada día me asombra más que en esta profesión, supuestamente la que tendría que regirse más por la crítica (la autocrítica) y el pensar y razonar todo, haya tantos que se limiten a seguir las consignas de turno y a tirar pa'lante porque siempre se ha hecho así, sin mirar qué se está haciendo realmente... Es que no termina de entrarme en la cabeza.
ResponderEliminarEnhorabuena por la entrada :)
Hablo desde el anonimato ya que pertenezco al alumnado de uno de estos profesores y no quiero que por el comentario se intente ver un pequeño tinte de alguna cosa en especial.
ResponderEliminarHe de comentar que yo soy uno de los alumnos que ha vivido en "pre-bolonia" y en bolonia, incluso viviendo en el estado de "conejillo de indias" donde los alumnos eramos los que probabamos lo que en un futuro nuestros compañeros de carrera disfrutarían (o sufririan) años posteriores.
Es cierto que la carga lectiva en el aspecto de evaluación continua o no es diferente, me explico. Como comentaba al principio soy un alumno de uno de estos profesores y actualmente me encuentro también bajo esta evaluación continua y sinceramente me parece una de las mejores formas de evaluar al alumnado ¿porqué? pues debido a que se nos valora el trabajo a diario, las actividades, exposiciones en clase, comentarios y ayudas a nuestros compañeros, etc, mientras que en el sistema anterior, un tipo (que a veces solo sabias como se llamaba por su mote), te llegaba allí, te soltaba una parrafada y se iba, de hecho recuerdo una situación muy curiosa donde le pedíamos ejercicios al profesor y nos decía "Haceroslos vosotros mismos". La diferencia esencial radica en que ni el mismo profesor te conocía, no sabía tu trabajo de día a día, que queramos o no, siempre es de buen agrado que se reconozca (aunque sea lo más mínimo).
En alguna otra asignatura también nos ponen "pruebas sorpresas" y todos mis compañeros se quejan por ella, no obstante, en esta asignatura el profesor igualmente las pone y nadie se queja ¿el motivo? pues que el alumnado esta realizando los ejercicios semanalmente y estudia a la misma vez, con lo que, dandose cuenta o no, esta realizando lo que los profesores llevan rezando (al menos desde que tengo uso de razón) desde hace muchos años, el estudio diario.
Y es que no nos tienen que bombardear con powerpoints y demostrar que con un par de animaciones ya saben explicar ya que,lo crean o no, se nota bastante cuando no se sabe (y perdon por la palabra) ni pajolera idea de lo que se está explicando (todos sabemos coger un powerpoint, leer lo que dice y pasar a la siguiente transparencia). A muchos de nosotros nos interesa bastante más una clase más participativa, en la que también vemos que no estamos por debajo del profesor (obviamente siempre guardandole un respeto), si no que es un igual y que está ahí para ayudarnos y enseñarnos.
En conclusión, pienso que este post explica y comenta muchisimas cosas que el alumnado de hoy piensa pero no se atreve a decir.
PD: En referente a lo de los enchufes, más de uno alumno nos tenemos que traer multiplicadores de casa para poder enchufar todos nuestros portatiles, eso si, de dos a tres aires acondicionados enormes por aula y a renovar los ordenadores, que aunque estén nuevos, hacen falta que sean más aún.
ResponderEliminarLa mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena, permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores
ResponderEliminarSin embargo, es posible que el público se ilustre a sí mismo, siempre que se le deje en libertad; incluso, casi es inevitable. En efecto, siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, hasta entre los tutores instituidos por la confusa masa. Ellos, después de haber rechazado el yugo de la tutela, ensancharán el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación que todo hombre tiene: la de pensar por sí mismo
¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!
(Texto extraído de los apuntes de un amigo acerca de Kant)
Amigos,
ResponderEliminarRancio (y fascista) es el argumentario básico del que no tiene argumentario de ningún tipo.
Es un blog estupendo, hacía falta que alguien dijera ya ciertas cosas. Duro con él.
El post explica claramente lo que muchos van a descubrir dentro de poco, que Bolonia les aumenta un 30% el número de horas de clase que van a tener que dar por mismo precio (incluyendo la bajada de sueldo de ZP) y que la tendencia es cada vez a más carga docente por esa falsa idea que se ha extendido de que 8 horas de clase a la semana es no dar golpe. Quizá no sean muchas, pero cuanto más tiempo pasamos en el aula, menos estamos en el laboratorio, luego la investigación sin dedicación se reduce a basurilla. Eso sí, ya se encarga la Aneca de que el personal trabaje hasta los fines de semana para poder conseguir una acreditación cuyos méritos mínimos en horas no se corresponden ni de lejos con una jornada de 8 horas semanales. Consecuencia: muchos compañeros se van a la enseñanza media o a la empresa privada para conseguir mejores condiciones laborales.
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