Teorema: No es más rico quién más ingresa, sino quien gasta mejor.
Recientemente, El País ha publicado un artículo, debidamente tuiteado por nuestro amigo @jgpachon07, en el que se hacía una reflexión sobre la falta de financiación de la Universidad. Estamos totalmente de acuerdo: evidentemente, falta financiación, y deberíamos estar a la altura de los países con los que pretendemos competir y compararnos.
Pero, ojo, no todo es más financiación.
Con ser el tema de la financiación importante, es importante tener en cuenta que igual se puede despilfarrar una cantidad grande que una pequeña (posiblemente, es incluso más fácil hacerlo con la primera). Obviamente, hay que gastar más eficaz y eficientemente. Vamos a poner un ejemplo de nuestra vida diaria (imaginaos si se hace a nivel general) que se entiende muy bien. Nuestro grupo de investigación está llevando a cabo un proyecto I+D con una empresa importante (IBEX 35). Cada vez que hemos tenido que celebrar una reunión en la sede de dicha empresa, hemos comprado los billetes de avión o AVE correspondientes. Pues bien, hay dos opciones. Podemos comprarlos nosotros directamente (obviamente por el procedimiento deseado) y recuperamos el dinero “nosesabecuántos” meses después (una vez debidamente presentados todos los certificados, comprobantes y juramentos pertinentes). Por otro lado, los que ya nos hemos cansado de conceder préstamos a medio plazo a la Universidad, podemos pagar el precio de adquirirlos a través de alguna agencia de viajes conveniada que, como es lógico, nos cobra sus tarifas, que en determinados billetes de avión más que duplican las que nosotros podríamos conseguir por internet. ¿Qué os parece?
Con ser el tema de la financiación importante, es importante tener en cuenta que igual se puede despilfarrar una cantidad grande que una pequeña (posiblemente, es incluso más fácil hacerlo con la primera). Obviamente, hay que gastar más eficaz y eficientemente. Vamos a poner un ejemplo de nuestra vida diaria (imaginaos si se hace a nivel general) que se entiende muy bien. Nuestro grupo de investigación está llevando a cabo un proyecto I+D con una empresa importante (IBEX 35). Cada vez que hemos tenido que celebrar una reunión en la sede de dicha empresa, hemos comprado los billetes de avión o AVE correspondientes. Pues bien, hay dos opciones. Podemos comprarlos nosotros directamente (obviamente por el procedimiento deseado) y recuperamos el dinero “nosesabecuántos” meses después (una vez debidamente presentados todos los certificados, comprobantes y juramentos pertinentes). Por otro lado, los que ya nos hemos cansado de conceder préstamos a medio plazo a la Universidad, podemos pagar el precio de adquirirlos a través de alguna agencia de viajes conveniada que, como es lógico, nos cobra sus tarifas, que en determinados billetes de avión más que duplican las que nosotros podríamos conseguir por internet. ¿Qué os parece?
Si tenemos que comprar un ordenador nos pasa lo mismo: podríamos conseguir precios mejores pero… Los proveedores de la Universidad suelen cargar precios por encima del mercado. Parece claro que si la Universidad negociara con los proveedores a través de una única voz, una central de compras, podría conseguir precios mejores (y no peores). Por ello, aprovechamos la ocasión para ofrecerle una idea gratis a nuestra rectora, UNA CENTRAL DE COMPRAS. ¿Nos oye alguien?
Pero hay mucho más sobre utilización eficiente de recursos: una gran cantidad de profesores estamos por debajo de nuestra carga docente máxima y hay aulas vacías, sobre todo en horarios de tarde: ¿no podrían hacerse más grupos de docencia que, por lo tanto, tendrían menos alumnos por grupo, mejorando así la calidad de la docencia?
Y no hablemos de los gastos en los edificios. En el nuestro (por cierto, ya hablaremos más despacio de este edificio), el artista (arquitecto) ha creado unos maravillosos espacios abiertos, con grandes ventanales que garantizan la iluminación natural (a costa de hacer unos despachitos que, nos atrevemos a aventurar, son sensiblemente más pequeños que el del susodicho artista). Pues bien, las luces de los pasillos están permanentemente encendidas. Por luz que no quede.
Otro aspecto a comentar tranquilamente es qué criterios seguir para financiar las universidades. La tendencia actual de financiarlas por número de alumnos cursando estudios y número de alumnos egresados, no hace sino llevarnos a buscar clientes debajo de las piedras, y, obviamente, a devolverlos unos años después a su lugar de origen con su título correspondiente bajo el brazo, hayan aprendido o no… pero esto también será objeto de una entrada más adelante.
Me encanta el símil, la economía pública no deja de ser una gran economía doméstica.Cuando cualquiera de nosotors en nuestra casa nos encontramos un cuarto vacío con la luz encendida (amén de vociferar) ¿la apagamos?; me atrevería a aventurar que en el 99.9% de los casos, por dejar algo al azar, la respuesta es afirmativa, nos toca el bolsillo directamente. Ese es el princial problema desde mi punto de vista, que lo público no lo sentimos como nuestro, creemos que no nos toca el bolsillo y ¡¡¡cómo estamos de equivocados!!!. El día que tomemos conciencia de que lo público es nuestro, que el gasto de lo público nos toca el bolsillo, empezaremos a apagar luces. Pero no desesperéis, vamos por el buen camino, ya hay dos que se dan cuenta de que la luz está encendida, en el momento que seamos 46 millones los que tomemos conciencia os puedo asegurar que habrá financiación para otras muchas cosas. Yo esperaré pacientemente a que esto llegue en el "huerto de los callaitos"
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